Bodegas y Viñedos Eguíluz, un modelo estrictamente familiar
22 enero, 2019Ramírez de la Piscina. En el corazón de la Sonsierra
22 enero, 2019Los cuatro hermanos Fernández trabajan en Bodegas Abeica: Pachi y Ricardo, en las múltiples labores del viñedo; Isabel, en la elaboración y la gestión administrativa; y Raúl, en la venta y distribución. Han ‘mamado’ el vino desde niños y han sabido construir una de las grandes referencias del mercado local y del norte de España con su vino ‘Chulato’, un típico y artesanal vino joven de maceración carbónica (elaborado con uva entera). Bodegas Abeica elabora vinos criados (crianza, reserva y gran reserva), con las marcas Longrande y Abeica, aunque desde que redujo su parque de barricas, únicamente cría vinos en las añadas que considera especiales: “Vivimos con el Chulato y ‘viajamos’ con el Longrande -en referencia a la exportación-”, bromea Isabel. Ahora también apuestan por el blanco, Abaris es un vino de viura fermentado en barrica con crianza sobre lías.
Bodegas Abeica creció en los años 90 comprando uvas a proveedores cercanos hasta que en 1997, en contra de las directrices lógicas del mercado, los cuatro hermanos decidieron parar: “Fue el gran punto de inflexión, pero decidimos que no sólo no íbamos a dejar de crecer, sino que íbamos a elaborar sólo con uvas de nuestros viñedos”. “Si hubiéramos dado otro paso adelante –continúa-, hubiéramos perdido el control familiar; hacemos todo, campo y bodega, entre los cuatro, con unas labores más o menos asignadas, pero aquí todo el mundo echa un mano cuando alguien necesita ayuda”, explica Isabel.
La familia de Bodegas Abeica es propietaria de 30 hectáreas de viñedo en Ábalos y cultiva directamente otras seis en San Vicente, propiedad de las familias políticas. Es difícil no encontrar a Isabel en la bodega, que organiza visitas casi a ‘la carta’: “Vemos la bodega, los viñedos, los yacimientos rupestres del entorno… y catamos los vinos, pero eso sí, aquí enseñamos a disfrutarlo no a describirlo con ‘palabras’ rebuscadas e insignificantes”. Rioja, el negocio del vino, se ha ‘comido’ buena parte de La Rioja, de la tradición y la autenticidad familiar en la elaboración del vino, aunque Abeica ni tan siquiera se ha dejado hincar un solo diente.